Vladimir Ivanovich Vernadsky (1863-1945) acuñó el concepto de noosfera (del griego noos, inteligencia), definido por el diccionario de la Real Academia Española como el «conjunto de los seres inteligentes con el medio en que viven».
Más tarde, Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) revisó esta teoría y llamó noogénesis al lugar donde ocurren todos los fenómenos, patológicos y normales, del pensamiento y la inteligencia (espacio virtual en el que se da el nacimiento de la psíquis).
Teilhard nos descubre que el hombre se conoce "sabe que sabe" lo que significa reflexión: (el conocimiento se refleja, se conoce a sí mismo). Así, desde el hombre, la evolución se guía, además de por la selección natural, por la reflexión. El hombre es consciente de su progreso y, sólo así, es capaz de dirigirlo.
Para Teilhard, en el desarrollo psíquico, el pensamiento sigue el mismo proceso evolutivo que el resto del Cosmos y así "cuando por primera vez en un ser viviente, el instinto se reconoce en el espejo de sí mismo, el mundo entero ha dado un paso".
Pero, lo que resulta más asombroso es su afirmación del nuevo fenómeno que se observa, en las sucesivas transformaciones, inexistente en cualquier otra evolución: una civilización que asimila a otra. La evolución ya no es irreversible debido a que “el hombre, capaz de fabricar instrumentos sin encarnarse en ellos, escapa a la servidumbre de trasformarse para actuar ..."
El hombre, por tanto, adapta el ambiente, reservándose la posibilidad de variar esa adaptación.
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