La memoria, como función del cerebro y fenómeno de la mente nos permite codificar, almacenar y recuperar información. Estudiosos del tema nos alertan sobre procesos de “ilusión de la memoria” (evocación deforme de una vivencia, a la que se agregan detalles creados por la fantasía), lo que, si se sale de madre, puede convertirnos en sujetos delirantes o con esquizofrenia, pero puede darse perfectamente en personas sin padecimientos mentales, como uno de los fenómenos que conforman las paramnesias (falsos reconocimientos o recuerdos inexactos que no se ajustan a la realidad).  
Es lo que debe ocurrir con sucesos históricos recientes que nos cuesta reconocer porque han sido “deformados” conforme al interés de quien pretende rentabilizarlos. Por ejemplo, los incidentes de 1968 en España, a pesar de su mitificación, no lograron mayor alcance, aunque se empeñen en denominarlos revolución de 1968. Su función como mecanismo de identificación generacional o ideológica hizo que sus repercusiones posteriores fueran muy superiores y, retrospectivamente, son recordados muy a menudo de forma nostálgica.
Todo este rodeo (“déjate de circunloquio y ve al grano”, dice el diccionario) es para explicar que, algun@s de l@s que ya peinamos canas, seguimos condicionad@s a nuestro pesar por circunstancias comunes a nuestra generación. Y cada cual es dueñ@ de administrarlas a su manera.
En mi caso , a pesar de que cada vez me encuentro más cómoda siendo yo misma en todos los escenarios de mi vida, tengo que confesar que no acabo de permitirme ciertas licencias, como por ejemplo, comprar revistas de “cotilleo" (no creo ser la única que presume de que “leerlas, las leo, pero no las compro”), ver la TV “repanchingada” sin hacer alguna otra cosa al mismo tiempo, etc… .
Pues bien, dicho ésto, declaro aquí que cada día estoy más encantada con la idea de que muchos periódicos “regalen” estas revistas determinados días de la semana. Y, podéis creerme, algunas son estupendas: artículos y opiniones de buenos profesionales, consejos de salud y belleza, recetas de cocina y también, como no, “cotilleos” de ricos y famosos, …
Como muestra, en la última página de la edición especial de septiembre 2010 de AR se incluye un extracto de ¿Qué mundo le vamos a dejar a nuestros nietos? Me importa muy poco, de Leopoldo Abadía (cotizalia.com). 
El señor Abadía nos cuenta lo siguiente: “Al acabar una conferencia, se me acercó una señora y me dijo que le preocupaba mucho más qué hijos íbamos a dejar a este mundo. Le sobraba sabiduría. Es fácil pensar en el mundo, en lo mal que está todo, pero mientras los padres no se den cuenta de que los hijos son cosa suya, no arreglaremos las cosas”.
http://es.wikipedia.org/wiki/Incidentes_de_1968_en_Espa%C3%B1a
El señor Abadía nos cuenta lo siguiente: “Al acabar una conferencia, se me acercó una señora y me dijo que le preocupaba mucho más qué hijos íbamos a dejar a este mundo. Le sobraba sabiduría. Es fácil pensar en el mundo, en lo mal que está todo, pero mientras los padres no se den cuenta de que los hijos son cosa suya, no arreglaremos las cosas”.
