sábado, 24 de julio de 2010

A veces …, la vida puede empezar a los 60’

Sin negar ni un ápice la belleza de la juventud y el espectáculo maravilloso de su esplendor físico y del inmenso caudal de sueños e ilusiones que conlleva, me ha llamado la atención lo que dice Màrius Carol en su “Catálogos de instantes” (MagazineO, 4 de julio de 2010 www. Magazinedigital.com): en su artículo "(A veces), la vida empieza a los 65". Empieza Màrius recordándonos la recomendación que hacía Agatha Christie a sus amigas para que se relacionaran con arqueólogos (porque son de los pocos hombres que, cuantos más años cumples, más encantadora te encuentran).


Bromas aparte, creo que este estupendo articulista admira a Jacqueline Bisset y no me extraña (en su día, Newsweek la definió como “la dama más bella de todos los tiempos”) porque ciertamente es de admirar que en plena madurez siga manteniendo tanto su mirada seductora como su interesante sonrisa pero, por encima de todo, lo que deberíamos copiarle todas es que sabe encontrarse bien consigo misma, porque eso trasciende y se nota.


La propia Jacqueline nos aconseja a las mujeres que no nos acobardemos por cumplir años, porque la edad nos puede hacer más interesantes si sabemos apreciar que la vida comienza cada día y lo único inteligente es sacarle jugo a la existencia como si cada jornada fuera única y la primera del resto que vendrán.Esta receta es para copiarla porque nos puede valer a todas,  con independencia de la  edad, y ojalá fueramos capaces de transmitirla a las mujeres de nuestro entorno. Aunque no es fácil.


Esta misma mañana, cuando he ido a por el pan y la prensa, he visto desayunando a una familia que conozco desde hace más de 20 años y, cruzando la calle, a una vecina, sola, y las dos me han dejado preocupada. Tengo que confesar que, aprovechando que no me miraban, he podido evitar encontrarme con la primera, que desayunaba con su marido y  una de sus  hijas, porque su aspecto abotargado me ha dejado desconcertada y sin habla. No tengo datos y posiblemente me equivoque, pero inconscientemente me ha venido a la memoria un informe que leí hace tiempo sobre las “adicciones silenciosas” de muchas amas de casas, que acaban atiborrándose de pastillas aparentemente “inofensivas” para ir tirando y poder atender “correctamente” a su familia. La segunda, a pesar de verme con cierta prisa, no ha podido evitar desgranarme en  cinco minutos un rosario de achaques y las miles de pastillas y potingues que se toma; aún así, está en un grito y eso que ella se ha jubilado anticipadamente y cuenta con una situación económica bastante desahogada y sin muchas obligaciones que atender.


Por todo ésto, pienso que es una pena que no nos transmitan ya desde el colegio  "la fuerza del efecto Bisset", como lo llama  Màrius ¿no os parece?