Pues sí, lo confieso, creo que soy algo justiciera y empiezo a sospechar que tengo alma de sheriff. Claro que no hace ninguna falta recurrir a la Ley del Talión, ni tampoco aplicar el “quien tal hace que tal pague”, como en el s. XVIII. Me vale con que "cada cual pruebe de su propia medicina”, porque creo que nada se aprende mejor que cuando se sufre en carne propia y, de esa forma, aunque un poco dura, eso sí, vamos madurando y creciendo para ser mejores personas.
También, por qué no, pienso que hay que tenerle respeto al “efecto boomerang” y suscribo totalmente la conclusión del antiguo cuento japonés, del que copio aquí sólo el final:
-Si alguien te hace un regalo y tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece ese regalo? -preguntó el samurai.
-A quién intentó entregarlo -respondió un discípulo.
-Pues lo mismo vale para la rabia, la ira, los insultos y la envidia -dijo el maestro-, cuando no son aceptados continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.
Abundando en esta idea, el escritor César Mallorquí, en su magnífico blog “La fraternidad de Babel”, nos cuenta que en publicidad, gracias al “efecto boomerang”, si todo lo que dices es negativo, los mensajes que lances se volverán contra ti y tu imagen será negativa. Esto es así por uno de los mecanismos básicos de la publicidad: la asociación de ideas (nuestra mente tiende a relacionar los sucesos que ocurren contigua y simultáneamente).
Por otra parte, no merece la pena perder tiempo con la venganza que, en general, persigue un objetivo más injurioso que reparador, intentando forzar a quien hizo algo malo a que sufra el mismo dolor que infligió. La venganza, en la mayoría de los casos, causa placer a quien la efectúa debido al sentimiento de rencor, que tampoco lo aconsejo. Además, los psicólogos han descubierto que la frustrada expectativa psicológica de venganza puede llevar a la victimización, de la que decididamente hay que huir siempre.
Afortunadamente, el sistema legal moderno occidental establece como objetivo la reforma o reeducación de quien comete un crimen o acto criminal.
http://www.skneo2.com/2008/10/leyenda-japonesa-el-viejo-samurai.html
http://fraternidadbabel.blogspot.com/2010/06/el-unico-y-futuro-rey.html
También, por qué no, pienso que hay que tenerle respeto al “efecto boomerang” y suscribo totalmente la conclusión del antiguo cuento japonés, del que copio aquí sólo el final:
-Si alguien te hace un regalo y tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece ese regalo? -preguntó el samurai.
-A quién intentó entregarlo -respondió un discípulo.
-Pues lo mismo vale para la rabia, la ira, los insultos y la envidia -dijo el maestro-, cuando no son aceptados continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.
Abundando en esta idea, el escritor César Mallorquí, en su magnífico blog “La fraternidad de Babel”, nos cuenta que en publicidad, gracias al “efecto boomerang”, si todo lo que dices es negativo, los mensajes que lances se volverán contra ti y tu imagen será negativa. Esto es así por uno de los mecanismos básicos de la publicidad: la asociación de ideas (nuestra mente tiende a relacionar los sucesos que ocurren contigua y simultáneamente).
Por otra parte, no merece la pena perder tiempo con la venganza que, en general, persigue un objetivo más injurioso que reparador, intentando forzar a quien hizo algo malo a que sufra el mismo dolor que infligió. La venganza, en la mayoría de los casos, causa placer a quien la efectúa debido al sentimiento de rencor, que tampoco lo aconsejo. Además, los psicólogos han descubierto que la frustrada expectativa psicológica de venganza puede llevar a la victimización, de la que decididamente hay que huir siempre.
Afortunadamente, el sistema legal moderno occidental establece como objetivo la reforma o reeducación de quien comete un crimen o acto criminal.
http://www.skneo2.com/2008/10/leyenda-japonesa-el-viejo-samurai.html
http://fraternidadbabel.blogspot.com/2010/06/el-unico-y-futuro-rey.html